06 noviembre 2012
PARÍS.-
Créalo o no: la falta de basura en Suecia es tan grande que el país se
ve obligado a importarla de sus vecinos. La información parece
totalmente absurda cuando los países industrializados no saben qué hacer
con los miles de toneladas de desperdicios que producen a diario (entre
500 y 750 kilos por persona por año).Sin embargo, la explicación de
esta singular historia es el auténtico éxito que tiene el sistema de
reciclado sueco. Sólo el 1% de los detritus domésticos suecos terminan
en las descargas públicas, contra el 38% del resto de los países
europeos, según cifras de Eurostat, la oficina de estadísticas de la UE.
En Suecia, 36% de los desperdicios son reciclados, 14% compostados y
49% incinerados. Gracias a incineradores cada vez más eficaces, la
combustión de desechos genera allí suficiente energía como para proveer
calefacción urbana al 20% del país (810.000 hogares) y aprovisionar de
electricidad a 250.000 familias sobre un total de 4,6 millones. El
problema es que, como las capacidades de incineración suecas son muy
superiores a la cantidad de desechos, Estocolmo ha comenzado a importar
basura del resto de Europa para hacer funcionar las instalaciones y,
sobre todo, no perder dinero. Una prueba más -si hacía falta- de que,
en el mundo actual, absolutamente todo termina teniendo un valor
comercial.